Por Nicolás Omar Rios
No escribiré como experto en amistades, por todo los contrario; en este mundo embudo donde las edades y falsedades aprietan debemos aprender a vivir cada instante.
La palabra amistad puede abarcar, abrazar y encontrar; otros verbos pueden entrelazarses siendo el tiempo quién como testigo sabrá regalarte una certera narratividad.
Me cruce en oportunidades, en reuniones en risas no correspondidas, en un brindis sin sabor y en mesa que no fue redonda pero supo girar.
Antes en mi niñez éramos más, en inocencia solíamos contar chistes, defendernos de los más grandes, de juntarnos en esquina sin mezquindades.
Antes a diario golpeaban puerta, claro éramos niños y nos gustaba jugar, pero ser amigos era ese afán. A pie, en bicicleta hasta a veces volar, sí teníamos la fuerza de imaginarlo.
Antes teníamos más cumpleaños o quizás esa ternura de la infancia nos hacía celebrar cualquier cosa, siendo felices en reciprocidad ante un mundo que masticaba crueldad.
Me preguntaron sobre la amistad, y escribí lo mencionado más arriba, de los recuerdos tras una pelota o canica, de las cartas en pequeños trozos de papel que un amigo debía enviar en primera persona a ese primer amor.
Me preguntaron sobre la amistad y hablo del pasado y niñez, luego la memoria en recelo me trae a una esquina donde solo quedaron algunos pocos abrazando en este día.
“Una amistad fuerte no necesita conversaciones a diario, no siempre se necesita estar juntos. Mientras la amistad viva en los corazones, los verdaderos amigos nunca se van a separar.
”¡FELIZ DÍA DE LA AMISTAD, DE LOS RECUERDOS E INFANCIA, DEL PRESENTE O LOS QUE ESTÁN PRESENTES!