Se estima que la superficie quemada es de 7.000 hectáreas, pero el potencial de este incendio podría llegar a más de 20.000 hectáreas", dijo José Guilherme, comandante de los servicios de rescate a cargo de las operaciones, según consignó la agencia AFP.
Guilherme explicó que "es un área muy grande con muchas casas y pueblos aislados" y señaló que los bomberos estaban enfocando sus esfuerzos en cuatro puntos calientes desde los cuales era probable que las llamas volvieran a comenzar.
Más de mil bomberos permanecen en el terreno "tratando de garantizar la estabilización del fuego, cuyo perímetro ya alcanza los 60 kilómetros", indicó el comandante durante una rueda de prensa en el municipio de Proença-a-Nova.
Debido a las temperaturas, que alcanzaron los 40º C en algunas regiones, protección civil advirtió el ayer que el riesgo de incendio sería "muy alto o máximo en todo el territorio" durante los "próximos días".
En el país vecino de España se desató un nuevo incendio a gran escala que amenazaba viviendas cerca de las localidades de Puerto Real y Cádiz, en Andalucía (sur).
Mientras, el fuego que quemó cerca de 600 hectáreas en Cataluña (noroeste), en la frontera con Francia, este domingo se mantuvo bajo control pese a reanudarse en algunos puntos por los fuertes vientos, y otro incendio declarado en Bonares, Andalucía, también pudo ser controlado.